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Traducción: Lucía Adámoli (Elanor), José Tarragó (Valnaur),
Diego Seguí (Hláford) y Alejandro Cosentino (Frodo Tuk)
Enero/Julio de 2000; revisado en Agosto/Septiembre de 2005


The Man in the Moon had silver shoon,
        and his beard was of silver thread;
With opals crowned and pearls all bound
        about his girdlestead,
In his mantle grey he walked one day
        across a shining floor,
And with crystal key in secrecy
        he opened an ivory door.

On a filigree stair of glimmering hair
        then lightly down he went,
And merry was he at last to be free
        on a mad adventure bent.
In diamonds white he had lost delight;
        he was tired of his minaret
Of tall moonstone that towered alone
        on a lunar mountain set.

He would dare any peril for ruby and beryl
        to broider his pale attire,
For new diadems of lustrous gems,
        emerald and sapphire.
He was lonely too with nothing to do
        but stare at the world of gold
And heark to the hum that would distantly come
         as gaily round it rolled.

At plenilune in his argent moon
        in his heart he longed for Fire:
Not the limpid lights of wan selenites;
        for red was his desire,
For crimson and rose and ember-glows,
        for flame with burning tongue,
For the scarlet skies in a swift sunrise
        when a stormy day is young.

He'd have seas of blues, and the living hues
        of forest green and fen;
And he yearned for the mirth of the populous earth
        and the sanguine blood of men.
He coveted song, and laughter long,
        and viands hot, and wine,
Eating pearly cakes of light snowflakes
        and drinking thin moonshine.

He twinkled his feet, as he thought of the meat,
        of pepper, and punch galore;
And he tripped unaware on his slanting stair,
        and like a meteor,
A star in flight, ere Yule one night
        flickering down he fell
From his laddery path to a foaming bath
        in the windy Bay of Bel.

He began to think, lest he melt and sink,
        what in the moon to do,
When a fisherman's boat found him far afloat
        to the amazement of the crew,
Caught in their net all shimmering wet
        in a phosphorescent sheen
Of bluey whites and opal lights
        and delicate liquid green.

Against his wish with the morning fish
        they packed him back to land:
'You had best get a bed in an inn', they said;
        dijeron; 'the town is near at hand'.
Only the knell of one slow bell
        high in the Seaward Tower
Announced the news of his moonsick cruise
        at that unseemly hour.

Not a hearth was laid, not a breakfast made,
        and dawn was cold and damp.
There were ashes for fire, and for grass the mire,
        for the sun a smoking lamp
In a dim back-street. Not a man did he meet,
        no voice was raised in song;
There were snores instead, for all folk were abed
        and still would slumber long.

He knocked as he passed on doors locked fast,
        and called and cried in vain,
Till he came to an inn that had light within,
        and tapped at a window-pane.
A drowsy cook gave a surly look,
         and 'What do you want?' said he.
'I want fire and gold and songs of old
        and red wine flowing free!'

'You won't get them here', said the cook with a leer,
        'but you may come inside.
Silver I lack and silk to my back -
        maybe I'll let you bide'.
A silver gift the latch to lift,
        a pearl to pass the door;
For a seat by the cook in the ingle-nook
        it cost him twenty more.

For hunger or drouth naught passed his mouth
        till he gave both crown and cloak;
And all that he got, in an earthen pot
        broken and black with smoke,
Was porridge cold and two days old
        to eat with a wooden spoon.
For puddings of Yule with plums, poor fool,
        he arrived so much too soon:
An unwary guest on a lunatic quest
        from the Mountains of the Moon.
                   El Hombre de la Luna ornaba su cintura
        con una guirnalda de perlas;
de ópalos coronado y de plata calzado,
        con barbas de plateadas hebras,
recorrió cierto día suelos que relucían,
        vestido con un manto gris,
y con llave de vidrio, con cuidado sigilo,
        abrió una puerta de marfil.

Descendió con presteza su brillante escalera
        de cabello y de filigrana,
y se sintió feliz de verse libre al fin
        en una aventura alocada.
Ya se sentía hastiado de sus diamantes blancos
        y lo aburría su alminar,
con sus altas murallas de piedra solitaria
        en la cordillera lunar.

Afrontaría riesgos para adornar su atuendo
        con rubíes y con berilos
y jóvenes diademas de relucientes gemas,
        de esmeraldas y de zafiros.
Se sentía muy solo, mirando el mundo de oro
        que, alegre, a lo lejos rodaba;
escuchando el murmullo que subía confuso;
        dejando que el tiempo pasara.

Cuando en el plenilunio de argén era su mundo
        su corazón ansiaba el Fuego:
no luces blanquecinas de tristes selenitas;
        porque bermejo era su sueño,
era carmín, rosado, era rojo abrasado
        llamaradas de ardientes lenguas;
era un cielo escarlata, al alba renovada
        de un joven día de tormenta.

De azul tendría mares, vivas tonalidades
        de pantanos y verdes bosques;
la alegría añoraba de la tierra poblada,
        la roja sangre de los hombres.
Codiciaba el cantar, la risa sin final,
        buen vino y caliente comida,
no más tortas de perlas o de nieve ligera,
        ni luz de luna por bebida.

Sus pies repiqueteaban, pues con carne soñaba,
        con pimienta, y cubas de ponche;
tropezó de repente en la escala pendiente
        y antes de Yule, en una noche,
meteoro veloz, dando tumbos cayó,
        como estrella fugaz en vuelo,
a un baño en la Bahía de Bel, ventosa y fría,
        desde un escalón del sendero.

Empezaba a pensar, temiendo su final,
        qué cráteres podía hacer,
cuando unos pescadores lo encontraron a flote
        y, estupefactos, en su red
como pez lo atraparon, reluciente y mojado
        en un brillo fosforescente
de tonos blanquiazules con opalinas luces
        de delicado y puro verde.

Contra su voluntad, cual pesca matinal
        lo enviaron, de regreso, a tierra:
"Mejor que busques cama, podrás hallar posada",
        dijeron; "el pueblo está cerca".
Solamente el repique de una campana triste,
        alta en la Atalaya Marina,
cantó las novedades de aquel luneado viaje
        en horas tan intempestivas.

No tuvo desayuno, tampoco fuego alguno,
        y el alba era húmeda y helada.
Cenizas por hogueras, fango en lugar de hierba,
        y por sol, una humeante lámpara
en una oscura calle. No pudo hallar a nadie,
        ninguna voz se alzaba en canto;
oía los ronquidos de los hombres dormidos
        que aún soñarían un rato.

Golpeó, mientras andaba, puertas acerrojadas,
        dando en vano voces y gritos,
hasta hallar un mesón con luz en su interior,
        y golpeteó sobre los vidrios.
"Dime, ¿qué es lo que quieres?", preguntó torvamente
        un cocinero adormilado.
"¡Cantos antiguos quiero, y también oro, fuego
        y vino rojo sin descanso!"

"De eso aquí no hallarás, pero puedes entrar",
        dijo el cocinero ladino.
"Estoy falto de plata, seda quiere mi espalda;
        tal vez así te dé cobijo".
Un plateado regalo para abrir el candado,
        una perla por pasar dentro;
por un sitio caliente junto al hogar ardiente
        pagó con otros veinte obsequios.

A pesar de hambre y sed nada pudo comer
        sin dar antes corona y capa;
pero no obtuvo más que una sopa glacial
        dos días atrás preparada:
cuchara de madera; por plato, una cazuela
        de barro, quebrada y negruzca.
Para el budín de Yule con pasas, el gandul,
        llegó con sobrada premura:
huésped desprevenido, de lunático sino
        desde los Montes de la Luna.

El poema: historia

Éste es el segundo poema dedicado al Hombre de la Luna; sobre la historia de esta figura y su relación con Tolkien véase lo dicho con respecto al primer poema.

En este caso, la rima que dio origen a la composición fue la siguiente:

        The Man in the Moon
        Came down too soon,
And asked his way to Norwich;
        He went by the south,
        And burnt his mouth
With supping cold plum porridge.
                                                               El Hombre de la Luna
        bajó demasiado pronto
y preguntó por el camino a Norwich;
        fue por el sur
        y se quemó la boca
al sorber una sopa fría con pasas.

La canción infantil, sin demasiado sentido, contiene una contradicción que invita a la imaginación: ¿cómo pudo el Hombre quemarse la boca con sopa fría? Tolkien, otra vez, da la explicación: "se quemó" es irónico, porque el corazón del protagonista "ansiaba el Fuego", hastiado como estaba del mundo frío de la Luna. No lo obtuvo, ni tampoco los colores vivos, ni los cantos alegres, "la roja sangre de los hombres".

La métrica del poema de Tolkien, en este caso, imita la del poema original, si se considera que los dos versos breves corresponden a uno de los impares largos de Tolkien:

The Man in the Moon had silver shoon,
        and his beard was of silver thread;
With opals crowned and pearls all bound
        about his girdlestead,
                                       The Man in the Moon came down too soon,
        And asked his way to Norwich;
He went by the south, and burnt his mouth
        With supping cold plum porridge.

Es decir, quedan conformados versos de cuatro acentos con dos hemistiquios rimados entre sí, y versos de tres acentos, con cantidad irregular de sílabas.

Gracias a la publicación de El libro de los Cuentos Perdidos sabemos algo más de la génesis del poema y el lugar que ocupó en la imaginación de Tolkien desde un comienzo. En el primer tomo leemos que en la más temprana concepción de la mitología, al hacerse la nave de la Luna, "un viejo elfo de cabellera cana subió sin ser advertido a la Luna y se escondió en la Rosa, y allí vive siempre desde entonces y cuida de esa flor, y ha levantado una torrecilla blanca en la Luna a la que sube a menudo y vigila los cielos o el mundo de abajo, y éste es Uolë Kúvion, el que nunca duerme. Algunos en verdad lo han llamado el Hombre de la Luna, pero más bien es Ilinsor [el timonel legítimo de la nave] el que merodea por entre las estrellas" (pág. 237).

En la nota correspondiente a este texto Christopher Tolkien señala que, según algunos apuntes, su padre tendría planeado incluir en boca de Eriol un poema acerca del Hombre de la Luna, y transcribe una versión muy primitiva (marzo de 1915), con el título "Why the Man in the Moon came down too soon: an East Anglian Fantasy" ("Por qué el Hombre de la Luna bajó demasiado pronto: una fantasía anglo-oriental"). Con mínimas variantes, se publicó en A Northern Venture: verses by members of the Leeds University English School Association (Leeds, 1923). En él la geografía, por supuesto, no es la de la Tierra Media en la Tercera Edad, sino la de Inglaterra: el Mar del Norte, Norwich y Yarmouth, los ríos Yare y Nen.

Instantáneas del Hombre de la Luna

Por la misma época en que escribió la primera versión del poema, Tolkien ilustró la escena de la caída del Hombre a la Tierra; véase Artista e Ilustrador, págs. 48-49.

No es fácil distinguir al protagonista en el dibujo, de modo que nos permitimos una aproximación:

Como señalan Hammond y Scull, en el dibujo de la Tierra la "afiligranada escala de telaraña" llega a East Anglia, lugar donde se desarrolla la acción, y pueden verse también dos continentes (amarillos) en el Atlántico y el Pacífico, "presumiblemente la Atlántida y Lemuria".

El Hombre de la Luna se hace otra vez visible en uno de los dibujos para Roverandom, donde ve desde su alminar la llegada de Rover (A&I, pág. 80; Roverandom, pág. 25):

Otra vez, aproximemos la cámara:

La torrecilla es muy distinta en ambos dibujos, pero el Hombre de la Luna presenta dos rasgos inconfundibles: su sombrero puntiagudo y su larga barba blanca.

Traducción

La traducción usa versos alejandrinos y eneasílabos alternados, con rima asonante según el esquema del original.

Fue la última traducción completada de ATB, el 19 de julio de 2000, aunque en rigor de verdad la versión de Al Hombre de la Luna se le hizo un rato tarde que se incluyó en la edición bilingüe se realizó al año siguiente; pero ya la había precedido la variante cervecera.

Caso curioso: en aquella época el DTI ya estaba plenamente conformado, y los cuatro miembros de la Interracial (Elanor, Frodo Tuk, Hláford y Valnaur) venían trabajando como grupo desde hacía tiempo, pero es el único poema de toda la serie traducido íntegramente por estos cuatro. Es evidente que les costaba ponerse de acuerdo, porque tardaron seis meses enteros en terminarlo.

¿Qué cráteres tradujeron?

Obsérvese los siguientes versos:

He began to think, lest he melt and sink,
        what in the moon to do,
                                       Empezaba a pensar, temiendo su final,
        qué cráteres podía hacer,

La traducción literal sería algo así como "Empezó a pensar qué podía hacer en la luna, para no derretirse y hundirse" ¿A santo de qué los "cráteres" de la traducción?

Hay que tener en cuenta ante todo que el Hombre ya no está en la Luna, sino en la Bahía de Bel, frente a las costas de la Tierra Media; por ello no tiene sentido preguntarse "qué podía hacer en la luna". La frase what in the moon está calcada de la expresión inglesa what on earth, lit. "qué sobre la tierra", donde on earth equivale a nuestro "cuernos, demonios, diantres". Evidentemente, es la frase que usará el Hombre de la Luna, reemplazando earth por su hábitat natural. Por ello es que se ha vertido con una expresión igualmente ficticia, pero quizás adecuada para el entorno lunar: "qué cráteres" es una frase selenita.

Este tipo de creatividad lingüística, que adecua expresiones familiares a pueblos, geografías e historias ficticias, es por supuesto una de las especialidades de Tolkien. Los ejemplos son demasiado numerosos como para analizarse aquí, pero mencionemos que esta misma expresión on earth recibe tratamientos similares en El Señor de los Anillos. Es típica del habla hobbit: Frodo la usa en 1:II:80: "This ring! How, how on earth did it come to me?", y en 1:X:17: "why on earth did we behave so foolishly", mientras que Pippin recurre a ella en 5:IV:85: "Gollum. How on earth could they be going about with him, even following him?". En la traducción del Minotauro, las tres frases son respectivamente: "¡Este anillo! ¿Cómo rayos ha venido a mí?", "¿Y por qué razón nos comportamos como tontos?" y "Gollum. ¿Cómo se entiende que estuvieran viajando con él, y que lo siguieran?"; es decir, sólo en la primera se ha usado una locución equivalente ("rayos"), mientras en las otras dos se ha acentuado el matiz de incredulidad por otros medios.

Pero lo notable es que la frase se halla adaptada en otros dos pasajes, reemplazando earth por the Shire (la Comarca): en 1:IV:86 Maggot se pregunta "Now what in the Shire can he want?", y en 1:V:11 Merry pregunta: "What in the Shire is that?".

En el primer caso es posible leer los dos sentidos: el enfático, "¿Qué demonios querrá?", respondiendo a la estructura de la oración, e igualmente el literal "¿Qué querrá en la Comarca?" (que más bien correspondería al orden "What can he want in the Shire?"), ya que el Jinete Negro por el que se pregunta es un extraño en la Comarca. La traducción del Minotauro ha optado por la segunda, dejando de lado el primer sentido.

En el segundo caso, la traducción eligió adaptar la expresión: "¿Qué diantres es eso?", acertadamente a nuestro parecer.

Por último, volviendo a los dos versos en cuestión, observamos que se hallan también en la versión de 1915, en la siguiente forma:

He began to think, lest he melt and stink,
        what in the moon to do,
                                       y empezó a pensar, temiendo derretirse y heder,
        qué hacer en la luna,

Es evidente que el traductor del Minotauro no advirtió el juego de palabras ni la contradicción en el segundo verso, pero el primero nos llena de dudas: ¿debe decir stink? Así aparece el verso en las ediciones inglesas, pero visto el texto de ATB creemos que debe tratarse de un error, lamentablemente reflejado en la traducción "heder". Es más probable que al Hombre de la Luna le preocupe hundirse "en el Océano de Almain", y no el mal olor que pudiese tener luego de derretirse.

"Cuando en el plenilunio de argén era su mundo..."

En este poema aparece el verso At plenilune in his argent moon, para el cual los traductores eligieron los términos "plenilunio" y "argén". Se basaron, para esta literal elección, en el texto de Cartas #234, donde Tolkien escribe a su tía Jane Neave:

        "[...] En cuanto a plenilunio y argent, son bellas palabras aun antes de entenderse –¡deseo toparme de nuevo con ellas por primera vez!–, ¿y cómo va uno a conocerlas en tanto no se tope con ellas? Y, por cierto, el primer encuentro debe tener lugar en un contexto vivo y no en un diccionario como flores secas en un hortus siccus.
        "Los niños no constituyen una clase o una especie, son una colección heterogénea de personas inmaduras, variadas, como son las personas, en su alcance y en su capacidad de prolongarlo cuando se lo estimula. Tan pronto como uno limita el vocabulario a lo que se cree que está dentro de su alcance, simplemente se les cercena a los dotados, de hecho, la oportunidad de prolongarlo.
        "Y la significación de las palabras sutiles no puede volverse «obvia», pues no es obvia para nadie: sobre todo para los adultos, que han dejado de escuchar el sonido porque piensan que conocen su significado. Piensan que argent «significa» plata. Pero no es así. Eso y plata tienen una referencia a x o a la sustancia química Ag, pero cada x está investida en una encarnación fonética enteramente diferente: x + y o x + z; y éstas no tienen la misma significación, no sólo porque suenan distinto y despiertan respuestas distintas, sino también porque no se emplean al hablar de Ag de la misma manera. Es mejor, creo, aunque sólo sea por empezar, escuchar «argent» como sonido tan sólo (z sin y) en un contexto poético, que pensar «sólo significa plata» Hay entonces cierta posibilidad de que a uno le guste de por sí, y luego aprender a apreciar los matices heráldicos que tiene además de su propio sonido particular, que «plata» no tiene.
        "Creo que la allanadora actitud según la cual se escribe la Biblia en inglés básico es responsable del hecho de que tantos niños mayores y jóvenes tengan poco respeto y ningún amor por las palabras y vocabularios muy limitados. Y les quedan, ¡ay!, muy pocos deseos (aun cuando tuvieran el don que se ha estupidizado) por refinarlos o ampliarlos. [...]"

Tras esto, ¿qué tan adecuados resultarían "luna llena" por plenilune y "plata" por argent? "Plenilunio" es un cultismo, acompañado por el todavía más raro "novilunio". "Argén" es un término heráldico para el color plateado, que suele representarse por medio del gris sobre el papel. En ese mismo ámbito podemos encontrar el "azur", el "gules", el "sable", (representados por azul, rojo y negro), etc.


Ilustración de Leslie Brooke para el libro The Man in the Moon:
A Nursery Rhyme Picture Book (1913)

Recitando

Una vez más, Tolkien se grabó recitando su poema, en la versión de ATB. Aquí se puede escuchar justamente la estrofa de plenilune y argent:

        At plenilune in his argent moon
                in his heart he longed for Fire:
        Not the limpid lights of wan selenites;
                for red was his desire,
        For crimson and rose and ember-glows,
                for flame with burning tongue,
        For the scarlet skies in a swift sunrise
                when a stormy day is young.


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