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Nobottle
(Sobre botellas y académicos)

 

I. Un estudiante peculiar

La luz del sol golpeaba fuertemente las cristaleras que iluminaban uno de los Claustros de la Universidad Autónoma de Númenor. Por encima de los árboles que franqueaban el amplio pasillo, podían atisbarse los revoloteos incesantes de pequeños "cirinci", pajarillos que, según la tradición, habían sido regalados por los Valar a la Tierra del Don en tiempos de paz y de esperanza, cuando aún no se había roto el vínculo entre el Este y el Oeste, y cuando la Yozâyan se erguía aún firme y orgullosa en medio del Belegaer.

Ahora, la Duda había ganado el corazón del Hombre; Númenóre había caído, y sus restos se hallaban profundamente sumergidos en el mar; y sobre sus ruinas se había levantado una portentosa plataforma artificial, símbolo del poder de la Raza de los Edain, cuando elfos, hobbits, orcos o enanos se habían ido disolviendo poco a poco, entremezclándose con los hombres (y generalmente también con las mujeres) en una suerte de enriquecedor mestizaje. Y hoy, el día 13 de Gwaeron del año 2001 de la Novena Edad, los caminos de Nueva Númenor no eran surcados por altivos guerreros, doncellas refinadas ni hábiles astrólogos, sino por estudiantes preocupados por sus apuntes, profesores preocupados por recibir puntualmente sus minutas, y Balrogbedeles preocupados porque ningún alborotador distrajera a la comunidad universitaria de sus preocupaciones habituales. En resumen: era un día como otro cualquiera en la UAN.

El Doctor Eleder caminaba suavemente por uno de esos pasillos. Cualquier estudiante que hubiera podido despegarse por un momento de alguna de las preocupaciones mencionadas unas líneas más arriba, habría podido observar en su faz una expresión de profunda concentración. Su boca parecía abrirse levemente, como si estuviera musitando arcanas palabras provinientes de grimorios escondidos. Avanzó ágil por el pasillo, y se dirigió a uno de los ascensores que comunicaban el Claustro con los aularios de los pisos superiores.

Y mientras aguardaba al ascensor, una voz conocida le sacó de su ensimismamiento.

-¡Doctor Eleder! ¡Qué alegría verle por aquí, después de tanto tiempo!

El Doctor observó el lugar desde el que surgía la voz que se le había dirigido... y no vio nada. Nervioso, comenzó a mirar alrededor, como si esperara, con trágico terror, que alguno de sus estudiantes retirara de un momento a otro un Anillo de su dedo (en realidad, la mayor parte de ese terror se podía resumir en el pensamiento "¿¿Cómo haremos ahora para proteger los exámenes??").

-¡Aquí arriba, profesor!

Eleder quedó perplejo. ¿Arriba? Su mirada comenzó a inspeccionar el hueco del ascensor, las ventanas de los pisos superiores e incluso las nubes que surcaban el cielo, creando formas de pastelitos de nata gigantes.

-¡Encima del árbol!

Eleder enarcó las cejas. Efectivamente, se veía un movimiento encima de uno de los árboles del Claustro, del que los "cirinci", por otra parte, huían espantados. El profesor se acercó a él, cuando de pronto, un ruido de ramas quebradizas cediendo al impulso de la realidad comenzó a dejarse sentir, y casi no tuvo tiempo de dar un salto hacia atrás, cuando vio caer delante suyo una pesada figura.

-¿Pero está usted loco? ¡Subiéndose a los árboles, como si fuera un hobbit en busca de nidos! ¿Qué va a decir el señor Ramaviva cuando se entere? Usted... ¡¡¡usted!!!

-¡En efecto... yo! ¡Folco Ramales Botellano! ¡Cuánto tiempo, Eledito! ¡No nos veíamos desde los tiempos de la Facultad... desde la ceremonia de investidura, en realidad! ¿Sigues por aquí?

-¡¡NO ME LLAME ELEDIT...!! ehm... buenas tardes, Folco... es todo un gusto, ejem, volver a verte -la expresión del Doctor Eleder traicionaba claramente la veracidad de sus palabras-. ¿Cómo te va? Creía que habías conseguido un trabajo en Ciudad Gondor...

-Bah... ¡lo dejé! ¡La vida de contable no es para mí, Eli! Números arriba, números abajo... ¡echaba en falta esta atmósfera... la paz que se respira en el campus... los altos árboles, la hierba verde... -la nostalgia se percibía claramente en la cara de Ramales- ...las juergas después de los exámenes... las partidas de cartas sobre la hierba con esas rubitas semivanyar... Por cierto, ¿qué pasó con esa pelirrojita con la que andabas, esa Loriel? ¿También anda por aquí?

La cara de Eleder comenzó a ponerse de todos los colores, mientras su boca se abría y cerraba alternativamente, el sudor comenzaba a caer por su cuello y sus manos se movían crispadas. Ramales se sacudió el polvo de su ropa, y volvió a dirigirse a Eleder: -¡Y bueno, viejo! Tú que ya estás aquí instalado... ¿podrías presentarme a alguien Importante, para ver si consigo resolver mi problema?

-Ehmmm... ¿tu problema? -Eleder había conseguido calmarse, a duras penas- ¿Qué problema tienes? Y, de hecho, ¿qué haces aquí? ¡Dijiste que no volverías a pisar el Campus ni aunque trasladasen aquí las Estancias de Mandos!

-Sí, bueno... pero mira, Eledito, tengo un problema. Me he puesto a hacer unas averiguaciones, sabes. ¡Genealógicas, de ésas que les gustan tanto a los hobbits! Y resulta... ¡que no sé de dónde puede venir mi apellido!

Eleder miró al semihobbit. -¿Tu apellido? Bueno, es obvio; Ramales es un apellido proviniente de Bree, emparentado con...

-¡No, no, no! ¡Sigues siendo tan estúpido como cuando jugábamos a las cartas y te quitábamos los caballos de encima del montón! -Eleder resopló- ¡No me refiero al Primer apellido, cabeza de drúadan... sino al Segundo!

-¿Al Segundo? -el Doctor Eleder parpadeó- ¿Te refieres a Botellano?

-¡Sí! Tiene que ser un apellido hobbit, eso es obvio; ¡¡todos mis antepasados han sido hobbits por todas las ramas desde, por lo menos, la colonización de la Comarca!! -el metro noventa de Folco parecía poner un contrapunto irónico a la "pureza racial" de la que alardeaba-. Pero he estado mirando allí, en la Biblioteca Municipal de Delagua, he preguntado a varios expertos locales, incluso le he preguntado al tabernero, que siempre sabe de esas cosas... ¡y nadie ha sido capaz de decirme en qué lugar se encontraba Botellano! ¿Tienes alguna idea?

Eleder se quedó mirando a Folco, pensativo, y luego respondió: -No... la verdad es que nunca me he preocupado demasiado por la genealogía hobbítica. Déjame pensar... -Eleder permaneció en silencio unos minutos, mientras Folco le miraba fijamente. Por último, el Doctor suspiró: -No, me temo que no tengo ninguna idea. En cualquier caso... te diré lo que vamos a hacer: acompáñame a ver al Doctor Adanost, nuestro Bibliotecario.

Y ambos ex-compañeros comenzaron a atravesar nuevamente el Campus, en dirección a la Biblioteca. Los ojos de Folco brillaban, mientras iban pasando raudamente de una estudiante a otra, como si no hubiera vuelto a ver muchachas universitarias desde sus tiempos de subdelegado. Los estudiantes, sin embargo, le miraban asombrados, pues no era habitual ver por el Campus a seres con esas pintas tan estrafalarias, esos ropajes verdes deshilachados, pantalones raídos y pelambrera totalmente enmarañada, en una figura de bastantes más décadas que todos ellos, y se preguntaban: "¿cuántos años tiene que llevar repitiendo curso ese tío?". El Doctor Eleder observaba toda la escena, y resoplaba con desprecio.

No tuvieron que recorrer un largo camino, sin embargo. Al pasar cerca de la cafetería, vieron una botella de Pach-Aran ("mercancía de reyes", en sindarin) avanzar surcando el espacio cual Vingilot en la noche... y dirigirse súbitamente hacia uno de los ojos de Eleder, que comenzó a temblar súbitamente y a pensar, en una décima de segundo "¡¡Ya está!! ¡Este objeto me golpeará, y me convertiré en Eleder Erchenneb, El de Un Solo Ojo!". Cerró los ojos... pero el prometido impacto no llegó; Folco había aferrado en vuelo la botella, y, tras sopesarla durante un segundo, la arrojó al suelo mientras rezongaba "Bah... ¡está vacía!".

-¡Pues claro que está vacía! ¿Pensaba usted que iba a permitir que alguien arrojara una botella llena de Pach-Aran en mi presencia? -intervino una figura alta, de pelo moreno, que salía de la cafetería- Desde luego, no sé cómo podía... ¡Eleder! ¡No te había visto!

-Eerr... -Eleder aún no se había repuesto del susto-. Este...... Adanost, te presento a Folco, un excompañero de la Facultad... Folco, Adanost Parmandur, Alto Bibliotecario de la UAN.

Eleder explicó el problema a su colega, mientras Folco esperaba ansioso, y daba pequeños paseos, mirando si alguna de las botellas de las mesas de la cafetería contenían aún algo, con poco éxito.

-Y así estamos. La verdad, no tengo ni la más remota idea de cuál puede ser ese pueblo de Botellano; había pensado en subir a la Biblioteca a buscar el Atlas o la Guía de la Tierra Media, pero... ¿sabes tú cuál puede ser?

-Bueno, Eleder... lo sé, ¡y tú también deberías saberlo! Al fin y al cabo, es un problema de los tuyos... ¡una cuestión de traducción! -sonrió Adanost.

-¿De traducción? ¿Cómo puede ser eso? -inquirió Eleder, sorprendido.

-Bueno... ya sabes lo que ocurre con los nombres de los lugares de la Comarca. Nosotros los conocemos en Oestron, como Delagua, Bolsón... pero en realidad, sus nombres originales están en la variante dialectal del Westron, como Bywater o Baggins. Ambas son, en realidad, variedades del Kûduk original, esa sutil variedad de la Lengua Común de la Tercera Edad que se hablaba en las tierras de Sûza (La Comarca, en Oestron, y The Shire, en Westron).

-Bueno... sí, eso sí. Pero... ¿cómo crees que debe traducirse "Botellano"?

-Es muy sencillo, y si hubieras consultado el Atlas lo habrías descubierto sin problemas. ¿Cómo se dice "botella" en Westron?

-¡¡Esa es fácil!! ¡¡Se dice Bottle!! -respondió Folco de pronto, que veía como la discusión entraba en un tema que dominaba.

-Bien, bien -asintió Adanost, mirando de reojo al excompañero de Eleder-. Y ahora... si tenemos "botella", veamos: ¿cómo se dice "no"?

-Ehm... bien... yo diría que... que "no" se dice igual en Oestron y en Westron... se dice no. ¡¡Pero Bottleno no tiene ningún sentido, Doctor Adanost!!

-Efectúa una inversión del orden lógico de los elementos compositivos del topónimo -explicó Adanost. Folco, al oir esa frase, se paralizó de pronto, miró al Bibliotecario con ojos muy abiertos, y dejó caer el envoltorio de Kender Sorpresa que había estado manipulando.

-Ehm... ¿que cambie el orden de las palabras? -respondió Eleder, en una hábil estrategia de exégesis.

-Este... ¿Nobottle? -inquirió Folco.

-¡En efecto! Nobottle, una preciosa localidad de la Vieja Comarca, situada en la Cuaderna del Oeste, al norte del camino que lleva a Cavada Pequeña, al oeste del Ojo del Agua, más allá del Bosque del Fardo y el Pantano de los Juncos... un bonito sitio, cerca de la Delagua de mi familia; espero verles por allí algún día, caballeros -y Adanost se dio la vuelta para irse, pero Eleder le tomó del brazo.

-¡Espera! La cosa no es tan sencilla... ¡Mira este mapa! -y el Doctor sacó un pequeño mapa, que no era sino una de las páginas del Libro Rojo de la Frontera del Oeste, que otros conocían con obvia incorrección como El Señor de los Anillos- ¡Mira este mapa! Si lo ves... ¡¡aquí no aparece nada parecido a Nobottle!! En el lugar en el que dices, aparece marcada una localidad, sí... pero ¡no tiene ningún nombre!

-Bueno... es verdad, sí. Es un problema editorial, en realidad... por lo que sí podéis haber hecho bien al recurrir a mí; se ve que en estas ediciones de la, por otra parte, prestigiosa Editorial Minotaurë, un descuido fortuito o un error azaroso hicieron que en la edición en Oestron del libro no se plasmara el nombre de ese pueblo, que quedó como una localidad innominada. Pero si miran una edición en Westron, observarán que, en efecto, se trata del pueblo de Nobottle, que podéis conocer también, como es obvio, como "Botella-no".

-¡Vaya! -Eleder suspiró- Hicimos muy bien en recurrir a ti, en efecto. Bien... he de irme, ahora. ¿Nos veremos en las Jornadas de Recreación Histórica de Tharbad, en abril?

-Es muy posible; espero que las publicaciones no me obliguen a hacer horas extras. Tenna rat...... ehm... ¿qué es ese ruido?

Eleder se volvió, y pudo ver cómo Folco se había cansado de la disquisición, y, en cuanto hubo satisfecho su curiosidad genealógica, había vuelto nuevamente a sus intereses más primarios, y había comenzado a perseguir a una estudiante de Bellas y Feas Artes; pero ésta, no dispuesta a permitir que ese invasor molestase su caminar por un segundo más, le había atizado con violencia en todo el ojo con un voluminoso ejemplar del Bestiario de David Día. De manera que Folco cayó al suelo, mientras la estudiante prosiguió su camino sin volver la vista atrás un segundo; y unos Balrogbedeles que habían observado la escena salieron de sus despachos y se abalanzaron sobre Folco, para sujetarle de los brazos y comenzar a arrastrarle fuera del recinto universitario.

-¡¡Bueno, Eledito... mucho gusto de volver a verte!! -gritó Folco, mientras era arrastrado por los bedeles- ¡Recuerdos a la pelirroja! ¡Y a ver si nos volvemos a ver pronto, y nos corremos otra juerga como las de anteeeesss!

-Sí... pero que sea al Otro Lado del Mar -musitó Eleder para sus adentros. Y no se refería a Ciudad Gondor.

 

II. Charla de café

En un rincón de la cafetería, cuatro silenciosos individuos (más precisamente, tres individuos y una individua, y esta última mostraba claras señas de estar esperando un individuito) escuchaban la conversación del Dr. Eleder, el Parmandur y Folco con una sonrisa tristona.

Eran cuatro, y a veces se sentían renegados: el otrora glorioso Departamento a su cargo ahora acumulaba polilla y telaraña. Porque su actividad estaba lejos, muy lejos de allí, en una posada poco universitaria.

Sin embargo, el fuego de la Traducción Irreverente ardía todavía en sus corazones, y avivaba la amargura de su sonrisa tristona.

Cuando todos se hubieron retirado, una de las figuras se levantó y dijo:

- Todos sabemos, queridos colegas, los efectos diversos que la llamada "etimología popular" puede tener en las investigaciones académicas. Diversos y paradójicos porque, por un lado, son una de las formas del Error; pero al mismo tiempo nos permiten agradar los sentidos con escenas como la que acabamos de presenciar.

"Nobottle, "Botellano"... paradójico porque del error nace la riqueza del idioma en uno de sus aspectos más interesantes, la toponimia.

"Permítanme citar al cronista T. A. Chippy, capítulo "Una trama cartográfica":

"Bastará con decir que Tolkien tomó la mayor parte de los nombres de la Comarca de sus más cercanos alrededores. Así, Nobottle, en la Cuaderna del Norte, nos hace pensar en contenedores para cristal, poco probable como rasgo del paisaje, pero el nombre proviene del inglés antiguo niowe, "nuevo", y botl, "casa" (como en bytla para hobbit). Hay un Nobottle en Northamptonshire, a treinta y cinco millas de Oxford (y no lejos de Farthingstone, "Cuaderna de Piedra").

"Mbsbsbs... salteando la inexactitud de Farthingstone (que quizás debería haber sido "Piedra de la Cuaderna"), sigue con ejemplos muy similares para Los Gamos, el Sagrario... después algunas consideraciones interesantes... pero para el caso basta. Y no voy a entrar ahora en vanas especulaciones acerca de la relación entre nuestro mundo y la Saga Realidad, porque no me compete.

"Pero sí se puede decir algo sobre el sentido. Nobottle, Botellano es una bonita localidad, como indicaba el Profesor Adanost, y lo confirmo: tiene la belleza de las cosas antiguas. Ya era vieja durante la Guerra del Anillo, porque es uno de los primeros asentamientos hobbits en la Comarca. ¿No es gracioso, para un lugar llamado "nueva casa"? No: detrás de ese nombre está reflejada la odisea (¿"Eärendilëa"?) de un pueblo que conquista un nuevo territorio, un pueblo que después de años de desarraigo ha encontrado su lugar y lo ha llamado "Nuevo Hogar". Hay una epopeya oculta tras el nombre, hubiera dicho nuestro admirado Chippy.

"Y he aquí que los siglos, incontables como las alas de los árboles, han caído sobre el lugar, y han traído el olvido. Piénsenlo: un "lugar sin botellas" ya no nos habla de colonos heroicos que conquistaron el oeste salvaje. Ya no viven en el recuerdo.

"¿Qué vemos, en cambio? Arda sigue su curso, y las necesidades de una época son nada en la siguientes. La ciencia, con sus torres y sus materiales, ha logrado solucionar el problema de la falta de techo; y la ruptura de fronteras raciales ha dejado el concepto de "hogar" guardado en los corazones de los nostálgicos solamente.

"Parece, sin embargo, que los Eruhíni necesitamos tener angustias y conflictos. Nobottle me parece un claro ejemplo. Nada importan ya las guerras, los hogares destruidos, los viajes ni los conflictos territoriales. Hablemos claro. Lo que preocupa es la falta de botellas, o más bien, la de su contenido. Piénsenlo.

"Y nada lo hace más evidente que la actitud del traductor de Minotaurë (entre nosotros, el Minotauro) ante la página que he citado de Chippy. Aunque la explicación es clarísima, ¡traduce Nobottle como "Nobotella"!

"Ignoro cuál ha de ser su parecer, queridos colegas; yo por mi parte, me abstengo de emitir juicio algu..."

El disertante, de todos modos, no hubiera podido juzgar los avatares del idioma, aunque hubiera querido; porque en ese momento hizo impacto en la parte posterior de su cráneo una botella. Vacía.

Quizás se quería demostrar que en Nueva Númenor, Nuevo Hogar del Saber, las botellas no escaseaban.

 

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