El Héroe es un hobbit
por W.H. Auden
Publicado en The New York Times Book Rewiew, el 31 de octubre de 1954
Traducción: Daniel Pérez (Balsadera) - Noviembre 2003“La Compañía del Anillo”. Primera parte de El Señor de los Anillos. 423 páginas. Boston: Houghton Mifflin Company.
Hace diecisiete años apareció, sin fanfarria alguna, un libro llamado El hobbit el cual, en mi opinión, es una de las mejores historias para niños de este siglo. En “La Compañía del Anillo”, que es el primer volumen de una trilogía, J. R .R. Tolkien continúa la imaginativa historia del imaginario mundo en el cual nos introdujo en su anterior libro pero de una modo adaptado a los adultos, esto es, a la gente entre los 12 y los 70 años. Para cualquiera que guste del genero al que pertenece, la Misión Heroica (Heroic Quest), no puedo imaginar un regalo de Navidad más maravilloso. Todas las Misiones tienen que ver con algún Objeto mágico, las Aguas de la Vida, el Grial, un tesoro enterrado, etc.; normalmente este es un Objeto benéfico ya que la tarea del Héroe es encontrarlo o rescatarlo del Enemigo, pero el Anillo de la historia del señor Tolkien fue hecho por el Enemigo y es tan peligroso que incluso el bien no puede usarlo sin ser corrompido.
El Enemigo creyó que había sido perdido para siempre, pero ha acabado descubriendo que llegó providencialmente a las manos del Héroe, y está dedicando todos sus poderes demoníacos a la tarea de su recuperación, lo cual le daría el dominio sobre el mundo. La única manera de asegurarse su derrota es destruir el Anillo, pero eso sólo puede hacerse de un único modo y en único lugar que se yergue en el corazón de la tierra; luego, la tarea del Héroe es llevar el Anillo al lugar de su aniquilación sin ser capturado.
El héroe, Frodo Bolsón, pertenece a una raza de seres llamados hobbits, que miden un metro cinco como mucho; tienen pelos en los pies y prefieren vivir en casas subterráneas, pero en su forma de pensar y en su sensibilidad parecen muy cercanos a aquellos pueblerinos rústicos que habitan tantas historias de detectives británicos. Pienso que algunos lectores pueden encontrar que el capítulo inicial se les hace un poco empalagoso, pero ello no debe permitirles desistir, ya que, una vez la historia se pone en marcha, este juego y travesura iniciales desaparecen.
Durante unos mil años los hobbits han estado viviendo una existencia pacífica en una fértil región llamada la Comarca, ignorantes del mundo exterior. De hecho este último es bastante siniestro; las ciudades se han convertido en ruinas, las carreteras se encuentran en mal estado, las tierras fértiles se han vuelto páramos, bestias salvajes y seres malvados andan al acecho y viajar es algo difícil y peligroso. Junto a los Hobbits tenemos a los Elfos, que son buenos y sabios, a los Enanos, que son habilidosos y buenos por completo, y a los Hombres, algunos guerreros, algunos magos, quienes son buenos o malos. La actual encarnación del Enemigo es Sauron, Señor de Barad-Dur, la Torre Oscura, en la Tierra de Mordor. Le asisten Orcos, lobos y otras horribles criaturas y, por supuesto, hombres atraídos o sometidos por su poder. El paisaje, la atmósfera y el clima son nórdicos, evocadores de las sagas Islandesas.
Lo primero que uno pide es que la aventura sea variada y excitante; a este respecto, la invención del señor Tolkien no decae nunca, y, respecto al viejo truco de hacer esperar para saber que sucederá a continuación, La Compañía del Anillo es al menos tan buena como Treinta y nueve escalones. De cualquier mundo imaginario el lector demanda que este parezca real, y la media de realismo demandado hoy es mucho más estricto que en tiempos, digamos, de Malory. El señor Tolkien es afortunado al poseer un sorprendente don para nombrar y un maravilloso ojo crítico para la descripción; en el momento en que ha finalizado su libro uno conoce las historias de Hobbits, Elfos, Enanos y el paisaje en el que habitan tan bien como conoce a sus propios hijos.
Por último, si uno se toma seriamente un cuento de esta clase, debe sentir que éste, por más que superficialmente pueda ser que no se parezca al mundo en que nosotros vivimos en lo que respecta a sus personajes y hechos, nunca deja de sostener el espejo en el que se refleja la única naturaleza que conocemos, la nuestra propia; en esto, también, el señor Tolkien ha tenido un éxito magnífico, y lo que sucede en el año de la Comarca de 1418 de la Tercera Edad de la Tierra Media es no solo fascinante en el año 1954 después de Cristo sino también un aviso y una inspiración. Ninguna ficción que haya leído en los últimos cinco años me ha dado mas deleite que “La Compañía del Anillo”.